Nuestros valores

Valores que configuran la Identidad de nuestros centros.

Los valores que orientan, y sobre los que se sustenta la propuesta educativa, están enraizados en las intuiciones de nuestros fundadores y en la peculiaridad suscitada por el Espíritu para aportar a la educación un carisma propio que la enriqueciera por el bien de la sociedad. Esos valores, que seguimos llamadas a consolidar en nuestros centros educativos son:

  • La alegría filipense que brota de lo más profundo de nuestros corazones y se derrama en la vida cotidiana para conformar un estilo educativo peculiar. Es la alegría que contagia, que instala el buen humor en la pedagogía, que forja el optimismo y la visión positiva de los demás y de la vida
  • La sencillez y la gratuidad: Como los fundadores, la sencillez de nuestras acciones es el camino para así dar grandeza a la obra de Dios. Con gratuidad de tiempo, de vida y ser, nos ponemos en manos del Padre para servir como instrumentos en la educación de aquellos que son sus predilectos.
  • La libertad de los Hijos de Dios: Reconocemos el valor, la dignidad y la libertad de las personas en lo más hondo de su ser y en sus actuaciones. La praxis pedagógica se pronuncia explícitamente por el valor de la persona y el protagonismo de su proceso educativo.
  • El espíritu de familia hace de nuestros centros ambientes cálidos, espacios para el afecto y las relaciones interpersonales, contextos de colaboración mutua, lugares de pertenencia que permite a la persona construirse con unos valores comunes. Apostamos por sentirnos como una gran familia.
  • La confianza en la Providencia nos dispone a sentirnos instrumentos en manos de Dios para el bien de los demás. Como el Sembrador, nuestra tarea educativa es llenar de semillas de bien el corazón de nuestros alumnos, con la confianza plena de que el Padre recogerá los frutos.
  • Espíritu de sacrificio y entrega a la tarea educativa especialmente con los que necesitan más atención. La opción educativa y el trabajo diario y constante emana de la compasión como valor central evangélico. Queremos entregarnos incondicionalmente a remediar los problemas educativos de la sociedad que nos rodea con todo nuestro ser, con el trabajo cotidiano, con la oración constante, y con sentido de responsabilidad.
  • Firmeza y fortaleza como María, a pie de la cruz, que sabe acompañar y estar presente en las dificultades.
  • Denuncia profética y opción por los más desfavorecidos: La Palabra de Dios y la Oración nos hacen especialmente sensibles al dolor y el sufrimiento de aquellos que nos requieren. Nuestra tarea educativa ha de partir de una seria opción por los que más dificultades tienen y nos debe lanzar a la denuncia para ser voz de los que no tienen voz en las situaciones de injusticia.